martes, 28 de mayo de 2013

La decisión de Clara


Una niña pequeña se despierta debajo de un árbol. Es Clara, que deja atrás un extraño sueño y no recuerda cómo ha llegado hasta allí. Se encuentra en una roca flotando en el aire, sentada en las raíces de un árbol con las hojas violeta. Mira al horizonte y en lugar del sol hay un gran donut con glaseado y virutas de chocolate marcando un atardecer detrás de un inmenso mar. Se levanta y va saltando de pedrusco en pedrusco hasta un lugar donde la tierra flotante forma un continente extenso.
Sigue un camino rodeado de unas extrañas plantas: caramelos, piruletas y otras golosinas florecen en arbustos de variopintos colores.
Desde una gran roca un pequeño pájaro la observa fijamente, vuela hacia ella y se coloca delante bloqueándole el camino.
- Hola pequeñín. – Dice Clara. – ¿Tú también estás perdido?
El piar del pajarito le responde de manera afirmativa. Clara extiende el brazo y el pequeño animal se coloca en su mano. Los dos siguen por el camino esperando salir de allí.
***
En la cama de un hospital hay una niña inconsciente. Sus padres están al lado de la cama, esperando que alguien les diga qué le ha pasado a su hija. Un hombre con bata entra a la habitación.
- Buenos días. Tengo los resultados de las pruebas que le han hecho a su hija. Siento decirles que la cosa no pinta bien. – Empieza a llover y las gotas chocan en el cristal de la ventana como bombas. – La pequeña ha desmayado a causa de falta de oxígeno provocado por una irregularidad en el corazón. La única manera de que mejore es trasplantándolo.
La madre de la pequeña empieza a llorar, el padre aguanta las lágrimas y con un hilo de voz responde:
- ¿Hay donantes?
- Lamentablemente es difícil encontrar donantes de corazón, pero la hemos puesto con prioridad en nuestra lista de espera. No podemos perder la esperanza.
***
La pequeña Clara, cansada de caminar y perdida en aquél lugar, rompe a llorar al lado de una gran piedra colorida. El pájaro intenta animarla piando a su lado pero la situación no mejora.
- Pajarito… Echo de menos a mi papá. Quiero salir de aquí…
En ese instante, la gran roca donde Clara estaba apoyada empieza a moverse. No es una roca, es la espalda de un hombre muy grande. Es muy gordo y tiene una forma redondeada, tanto que las piernas no le llegan al suelo. Además en sus manos tiene una guitarra, pero en comparación con él parece un pequeño violín.
- ¡Una niña! ¿Estabas llorando en mi espalda? Espero que no me la hayas dejado llena de mocos…

*** 
Una enfermera irrumpe en la habitación con una sonrisa. ¡Han encontrado un donante! El doctor avisa a los padres que no se alteren, aún hay que hacer las pruebas para confirmar que son compatibles, sino no hay posibilidad de poderlo utilizar en ella. Extraen un poco de sangre a la pequeña y la llevan al laboratorio con mucha prisa.
El doctor los lleva a conocer al cirujano que, en caso de que los resultados sean positivos, realizará la operación.
- Es el mejor cirujano de la casa. Además de un gran amigo mío.
Entran en una especie de sala de estar donde doctores, enfermeras y cirujanos realizan sus descansos. Leyendo un libro en una mesa redonda hay un hombre de espaldas anchas  y piernas largas que al verlos sonríe. El cirujano se acerca al doctor y le da un abrazo.
- ¡Tío! Me alegro de verte por fin por aquí. ¿Cómo estás?
- Bien, bien. – Dice el doctor. – Estoy con el caso de la niña del corazón.
- ¿Ya estás trabajando? Bueno, espero que sea porque te has recuperado del todo. – Como si hubieran aparecido por sorpresa, el gran cirujano dirige su mirada a los padres de la niña. – Perdonen por mi falta de profesionalidad. Supongo que sabrán que seré yo el que… - Los padres asienten sin decir palabra, pero con una sonrisa. – No se asusten por mi tamaño, mis manos son muy delicadas. Me entreno cada día tocando la guitarra. Lo haré lo mejor posible…
***
La pequeña Clara no siente miedo por aquél inmenso hombre, de hecho por alguna razón cree que puede ayudarlos.
- ¿Sabes cómo salir de aquí? El pajarito y yo estamos perdidos. Echamos de menos a nuestras familias.
El gigante los mira extrañado.
- ¿Queréis salir de aquí? Pero si esto es genial. ¿No te has fijado en todas las golosinas que cuelgan de los árboles? Incluso el mar que esconde al sol es zumo de naranja.
- Pero yo… quiero ir con mi padre…
El pequeño pajarillo salta a su lado silbando de enfado, también quiere irse de allí.
- De acuerdo, voy a ver lo que puedo hacer…
El gigante empieza a mover la guitarra: dentro de su instrumento rebota algo y quiere sacarlo. Después de mucho insistir lo consigue. Lo pone en su mano y se lo enseña a Clara. Es una gema preciosa, roja como la sangre, que brilla intensamente y que deja a Clara y al pajarillo hipnotizados por un instante.
- Con esto uno de vosotros puede salir de aquí – Les dice el gigante. – Pero solamente uno. No tengo más gemas de estas.
***
En la cafetería, el doctor y los padres de la pequeña niña inconsciente toman un café esperando los resultados.
- Díganos la verdad, doctor. – Le dice el padre. - ¿Hay posibilidades?
- Siempre hay posibilidades, pero a veces el destino es muy caprichoso. El motor que me da la vida y que bombea mi sangre puede no funcionarte a ti por el simple hecho de que nuestros tipos de sangre no coinciden… Y aún si coincidieran no hay garantías de que el cuerpo de vuestra hija no lo rechace.
***
- ¿Lo rechazas? – El gigante sorprendido sostiene la gema delante de Clara, pero ella tiene al pajarito en sus manos y se lo ofrece al gigante.
- Sí. Yo acabo de llegar, pero este pajarito lleva aquí más tiempo que yo. Ya encontraré otra gema por ahí.
***
Una enfermera llega a la cafetería con una carpeta, se la entrega al doctor y éste la lee con mala cara.
- No son compatibles.
La madre de la pequeña llora en el hombro de su marido y él le da un beso en la frente consolándola. El doctor examina con detenimiento los papeles que acaba de recibir. Se levanta de la mesa y les dice:
- Voy a mirar una cosa. Si en diez minutos no he vuelto llamad a la enfermera.
***
El gigante aguanta con una mano el pajarito y con la otra la gema, cierra los ojos y los va acercando poco a poco. La gema brilla cada vez más y, cuando su luz es cegadora el pajarito desaparece.
- ¡Bien! Ahora vamos a buscar otra gema.
- Lo siento. – Dice el gigante triste. – Aunque la encontrases ya es tarde para ti. Tú ya no puedes volver…
La pequeña Clara cae al suelo, se sienta abrazándose las piernas flexionadas y llora desconsoladamente.
- Pero has sido buena. – Le dice el gigante con una sonrisa. – Lo que has hecho ha sido valeroso y tengo una sorpresa para ti.
***
La enfermera vuelve corriendo a la mesa de la cafetería y les pregunta a los padres de la niña dónde está el doctor. Le dicen lo que les ha dicho y ella les comenta que el estado de la pequeña ha empeorado, necesitan al doctor para saber qué hacer. Corriendo, llegan a la puerta de su despacho y lo encuentran tumbado en el suelo con la boca llena de espuma y una caja llena de pastillas. La enfermera grita pidiendo ayuda, pero ya es demasiado tarde. En la mesa hay una carta.

<<Queridos amigos, digo amigos porque creo que tenemos mucho en común: yo también tuve una hija que estuvo hospitalizada hasta hace poco. Rechazó la medicación que le iba a salvar la vida y murió irremediablemente.
No quiero que mi muerte sea en vano, he comprobado la compatibilidad de mi corazón con el de su hija y es positiva. No me lo agradezcan a mí, agradézcanselo a mi hija Clara, si ella no hubiera rechazado la medicación probablemente no me hubieran asignado su caso a mí y vuestra hija hubiera sido una paciente más.
Espero de corazón que la pequeña Paloma se recupere.>>


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